martes, 28 de agosto de 2018


Las Tres estaciones de la Docta Ignorancia

I.
-Al final de mi lectura y meditar en Paraíso XXXIII, Herr Rainer, intuyo inevitable un propósito entorno a mi propia experiencia. Aquí mi conclusión. Yo lector, guiado por Dante, hice mío el recorrido en cada escena humana del pasado, presente, y quizás del futuro (no lo sé). Me vi a mi mismo niño, adulto a la mitad de mi vida y, despojado de todo, algo más que un viejo asistido por el Amor y la Belleza. Conmovido yo por los sufrimientos del poeta, resultó que me vi reflejado en su propia impotencia y temor debido al acoso de esas tres feroces bestias, ahora mis propios obstáculos, que repentinos impedían al pobre huir desde una oscura y enmarañada selva salvaje, precisamente allí donde se hubo extraviado, porque tentaba con resolución el sendero y la montaña de su propia redención, bajo la luz del primer planeta que lo guiaría hacia la Virtud que espera allí encontrar. El miedo acrecentado cierra el paso hacia ese camino de ascenso. La providencia divina lo socorre en amparo porque el poeta ha sido recordado. El cielo y la indescriptible belleza de una donna angelicata han intercedido para encomendar un camino guiado por la Razón en la persona de Virgilio, el amado mentor, y así asegurarle el viaje a la Luz. Será la ruta por el infra-mundo de oscuridad, la oscura dirección por donde tendrá que llegar hasta las gloriosas esferas celestes… y allá en la suprema gloria lo esperan. Por humilde y perseverante una corona de honra le estará asegurada, por bondad inmerecida...
Introducirme en el largo poema fue inevitable, Herr Professor. La empatía y el reflejo sensorial me trajo al recuerdo episodios de mi corta vida. No es esta, acaso, una bellísima alegoría de nuestro propio ideal, más allá de un simple poema renacentista del medioevo?

-Interesante su experiencia con esta lectura, Herr Luis. Coincide su sentir en algunos aspectos con la percepción común que amantes y exégetas dantianos le tienen a este poema alegórico. El ideal del medioevo renacentista empieza así a despertar conciencias salvadas del oscurantismo. El efecto usted mismo lo ha vivido. El hombre de buena voluntad quiere luz, intenta buscarla a tientas. A usted lo ha sensibilizado el desamparo que siente Dante al verse extraviado, la angustia y el miedo propios de un extraviado. Aquella inseguridad resulta ser hija de la ignorancia carnal, de la ausencia de luz y de fe. Dante, ser finito, carnal y sensible –poeta por sobre todo-, objeto de misericordia, conmueve al lector y al Amor y a las más amadas, quienes persuaden a la Razón para ofrecer guía al hijo extraviado, asustado, desamparado. Apelan astutas a esa predilección de discípulo por su amado mentor. Necesita ahora de una ruta segura hacia su objetivo celestial. El camino largo que los empuja cruza el umbral de la desesperanza, para avanzar en descenso por el mundo más sensible que puede existir, la primera estación, la más dolorosa, donde reina la percepción viva de lo perecedero y mortal: la desesperanza, la vida inútil que devino en muerte y maldición. Dante poeta testimonia la condena justa, en el tránsito del hombre a lo largo de la vida alejada del rostro de Dios. Se refleja en cada experiencia de oscuridad, donde los condenados siegan impotentes lo que sembraron. Buscan dialogar con este vivo intruso acerca de la razón de sus tormentos. El poeta, reflejado en cada uno, toma conciencia de la carne y sus deseos propios que pertenecen al mundo de aquella oscuridad: su propia penumbra. Avanza tras los pasos de su venerable Guía en descenso continuo, gradualmente en círculos más estrechos y por fuerza de gravedad. Deberá llegar a la mismísima raíz de todo mal: el vértice del más allá, los más bajos espirales de la fosa conífera que conducen a la helada prisión donde ha sido confinado Dite...en el noveno y último círculo del Hades.

-Nada en este mundo de oscuridad es virtud, Herr Rainer, salvo la empatía de Virgilio y las manifestaciones de divinidad que les abren puertas ante cualquier dificultad...

-De la sensibilidad de ambos poetas, uno que guía y otro que testimonia todo lo que puede en primera persona, llegan a la mitad del mundo para ascender rumbo a lo universal y plural: la esperanza que yo llamo segunda estación. Intuya usted en este instante, Herr Luis, una paradoja: desde Dite y a partir de Dite, ambos, sin cambiar la dirección de sus pasos, -diestra a siniestra, o de sensatez hacia el pecado-, experimentarán en el cinturón de Dite un cambio, una condición invertida para el ascenso por el camino que lleva a la Montaña, pero ahora de siniestra a diestra (desde el pecado hacia la sensatez). La dirección y sentido de los caminantes es otro, imperceptible, desde aquí. El avance desde este punto depende ahora de un obligado esfuerzo para el poeta hombre, contra la fuerza gravitatoria de su propio peso. En estas dos primeras estaciones, -descenso, luego ascenso-, Dante poeta, se apoyará humilde, y ceñido por un junco, en la Docta Ignorancia que le permitirá proseguir hacia el elevado cono de montaña empinada y opuesta a la fosa oscura de la primera estación. Se ira “purgando” de humanidad en su ascenso, limpieza también de su propia carne, de la concupiscencia. Note usted además otro detalle: la Razón hasta aquí será el estímulo de su avance.

-Asombroso, ¡claro que sí! En el canto inicial Dante profesa admiración enorme, como de hijo que se debe a un padre, a Virgilio. Pero, ¿apoyado en “la Docta Ignorancia”, Herr Rainer?

-La aproximación al Ser Absoluto, el entender que todo lo sabido por él mismo no es absoluto, porque nada en el universo plural es semejante entre sí: todas las cosas creadas se aproximan a un modelo inicial que escapa al conocimiento humano que es finito, porque se percibe que todas las cosas naturales tienden a aproximarse hacia algo mayor. Por tanto, el poeta se conforma con la ignorancia, es decir con el conocimiento de las limitaciones de su propio entendimiento. La ignorancia es docta en ese sentido. Ya olvidó, acaso a Nicolás de Cusa, Herr Luis?

-¡La premisa socrática de “saber que no se sabe”, con total certidumbre!

-Este deseo de saber el significado de todo el entorno natural resulta ser la primera chispa que lleva a la voluntad sedienta de luz hacia la comprensión. Mediante esta ignorancia docta, el poeta avanza y tienta más allá de su propia limitación para concebir, sin precisión pero con certeza, un orden de cosas que van más allá de sus débiles formas de conocer, determinadas por su finitud.

-Lo veo claro, Herr Rainer: Dante quiere, a la mitad de su vida, salir de la selva oscura y encuentra la ruta. El miedo lo paraliza y el Amor y la Razón le brindan redención por otro camino: descenso y apego primero, luego ascenso y desapego a la vez... el deseo y la voluntad asistidos por la divinidad guiadora rumbo a la meta…

-Concisa su interpretación, Herr Luis. Acaba de describir un proceso cognoscible de discípulo hacia su propia madurez espiritual. Ahora, cuando hay que elevarse con la ayuda de la Docta ignorancia hacia el Ser Absoluto, Dante se procura algo más elevado, ya no en mérito a su esfuerzo ni sapiencia, sino por Gracia y revelación divina. Aquí abandona todo lo sensible: ¡desprecia el valor de sus palabras y su mirada para trascender el significado de las cosas!

-Aquí el poeta latino deja al poeta florentino, y le concede la posta de guía a la amada angelical revelada por Gracia o bondad inmerecida, rumbo a las esferas donde a Virgilio no le está permitido entrar...

-Sehr gut. La Razón aquí, en la cima de la rigurosa disciplina y el desapego que es esa cúspide de montaña imponente, culminó su propósito conductor. La Belleza y El Amor toman la posta. El impulso no sólo será la curiosidad por saber, sino el anhelo del querer: una fuerza más poderosa para la voluntad madura. Aquí cambian dos cosas: la forma de su mirada y su propia densidad corporal. El viaje sigue la misma dirección en ascenso anti gravitacional, de siniestra a diestra, del apego al desapego, en espiral ascendente por los Mundos de Aristóteles con destino a lo Absoluto...

-El peso no existe, la razón tampoco, la mirada es la mirada de lo Absoluto a través de la mirada de la amada...

-Sublime belleza que conduce a la Virtud Suprema, sin duda. Y es todo el viaje una perfecta descripción de tiempo, donde después no habrá tiempo, cantos unísonos transformados después en coros polifónicos, figuras concebibles por la razón trascendidas todas en formas paradójicas… en fin: recursos del entendimiento humano que trascienden a otros objetos mentales, rudimentos del poeta para comprender en condiciones limitadas, y “ver” a través de ellos, siquiera imperfectamente, al Ser del Amor Absoluto, siempre en un entorno incomprensible, sostenido con el recurso de la fantasía y el poder de la palabra: el Poema...

LS
20.08.2018
De las „Conversaciones con Herr Rainer”: „Las Tres Estaciones de la Docta Ignorancia"